Domingo 27 de Diciembre del 2009.

Un año después de la gran ofensiva militar israelí sobre la Franja de Gaza, Amnistía Internacional ha instado una vez más a todas las partes a que cumplan sus obligaciones para lograr la rendición de cuentas por los crímenes de guerra y las graves violaciones de derechos humanos que se produjeron durante el conflicto.

“La impunidad, cuando se la permite persistir, no sólo socava la justicia y el Estado de derecho, sino que hace más posible aún que se cometan nuevas y graves violaciones de derechos humanos”, ha señalado Malcom Smart, director del Programa para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.

Tras el conflicto de Gaza y el sur de Israel, el distinguido jurista sudafricano Richard Goldstone, recibió el encargo del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas de encabezar una misión de investigación para estudiar a fondo denuncias de crímenes de guerra y otras violaciones del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos. En un informe publicado el pasado septiembre, el juez Goldstone y su equipo concluyeron que tanto las fuerzas militares israelíes como los grupos armados palestinos cometieron crímenes de guerra y posiblemente crímenes de lesa humanidad.

Según lo expuesto en el informe Goldstone, la Asamblea General de Naciones Unidas instó al gobierno israelí y a la parte palestina a que llevaran a cabo sus propias investigaciones, garantizando su credibilidad, independencia y conformidad con las normas internacionales.

Amnistía Internacional indicó el domingo día 20 que, si no son capaces de hacerlo, la comunidad internacional debe intervenir y tomar las medidas necesarias para garantizar que los responsables de los crímenes de guerra y de otros crímenes tipificados en el derecho internacional rinden cuentas.

“Se deben rendir cuentas por lo que sucedió en Gaza y en el sur de Israel hace un año –ha dicho Malcom Smart–. No se puede permitir que los autores, de ambas partes, eludan responsabilidades por los crímenes que cometieron. Si los israelíes y los palestinos no pueden o no van a impartir justicia, la comunidad internacional debe garantizar que los autores rinden cuentas”.

Mientras, Gaza permanece realmente aislada del mundo exterior por el bloqueo militar constante de Israel, que limita la entrada de comida, combustible y otros productos esenciales en la Franja de Gaza, haciendo virtualmente imposible la reconstrucción y la recuperación de la guerra.

El gobierno israelí lanzó su ofensiva sobre la Franja de Gaza el 27 de diciembre de 2008 con el objetivo declarado de detener el lanzamiento indiscriminado de cohetes sobre el sur de Israel de manos de grupos armados palestinos. En las tres semanas siguientes, el ejército israelí atacó por tierra y aire la población de Gaza causando la muerte a unos 1.400 palestinos, incluidos centenares de civiles desarmados y más de 300 niños. Trece israelíes perdieron la vida durante el conflicto, incluidos tres civiles muertos por los ataques con cohetes de los grupos armados palestinos.

Un equipo de investigación de Amnistía Internacional en el sur de Israel y Gaza durante y en las fechas inmediatamente posteriores al enfrentamiento encontró pruebas convincentes de crímenes de guerra y de otras graves violaciones cometidas por fuerzas israelíes y por grupos palestinos armados. Los cientos de cohetes no guiados disparados por grupos armados palestinos sobre ciudades y pueblos israelíes no tenían la capacidad para ser dirigidos a objetivos concretos. Causaron la muerte de tres civiles, heridas a otros, daños en edificios civiles del sur de Israel y provocaron que miles de personas se vieran desplazadas de sus hogares.

En Gaza, los militares israelíes utilizaron sobre áreas densamente pobladas de civiles un abanico de armas y municiones de poca precisión, entre las que se encuentran proyectiles de artillería y de mortero, y flechillas disparadas desde tanques. Las fuerzas israelíes dispararon en repetidas ocasiones proyectiles de fósforo blanco, de alta capacidad incendiaria, muchos de los cuales explotaron sobre áreas densamente pobladas cubriendo personas y edificios con fragmentos incandescentes impregnados de fósforo blanco.

La utilización de fósforo blanco está rigurosamente limitada por el derecho internacional debido a su naturaleza altamente incendiaria. Cuando se posa sobre la piel humana produce quemaduras profundas y atraviesa la piel y el tejido muscular, llegando hasta el hueso.

El objetivo de algunos ataques israelíes fueron recintos de Naciones Unidas, incluso edificios a los que palestinos civiles habían huido en busca de refugio. A un gran número de palestinos se les dio muerte con armas de alta precisión que alcanzan el objetivo al que se apunta con extrema exactitud. Para disparar estas armas se utilizaron aviones de vigilancia teledirigidos no tripulados con un sistema óptico excelente que permitía ver los objetivos con detalle. Oficiales israelíes tienen todavía que aclarar convenientemente por qué murieron tantos civiles en ataques de este tipo.

Durante los 22 días que duró la ofensiva, las fuerzas israelíes impidieron con frecuencia que se dispensaran cuidados médicos y se ofreciera ayuda humanitaria a las personas que estaban heridas o atrapadas. No permitieron que las ambulancias o el personal médico atendiese a los heridos y los transportase al hospital y en numerosas ocasiones atacaron a los paramédicos, a los equipos de rescate y a las personas que estaban intentando evacuar a los heridos. En Gaza, los militares israelíes destruyeron o dañaron miles de casas, hospitales, escuelas y las infraestructuras eléctricas y de canalización y suministro de agua.